Juegos tradicionales, la comba, las chapas, las birlas, el pañuelo, a tirar de la cuerda, el sambori, tres en raya, cascabel al gato ....

Por iniciativa de algunas madres, la asociación Olea preparó una mañana de juegos de calle el sábado 13 de febrero en la plaza del Convent de Alcalà. A cualquiera de nuestros abuelos le parecería absurdo que los adultos tengan que tomar la iniciativa para que nuestros niños descubran el placer de jugar en la calle a juegos que no necesitan más material que el que se puede encontrar en cualquier casa o en la propia calle: un trozo de yeso o tiza, un pedazo de teja, una cuerda, chapas, un cajón de fruta, una pelota... La realidad es tristemente demoledora: cada vez menos niños juegan libremente en la calle. Las calles y plazas de nuestros pueblos están invadidas por los coches o monopolizadas por algunos cascarrabias a quienes molesta una pelota que bota o los gritos de los niños. Y cuando les permitimos jugar, ahí estamos los papás con nuestros miedos, nuestra vigilancia obsesiva, nuestro afán por aconsejarles y corregirles. Está muy extendida la creencia de que jugar es en sí mismo una pérdida de tiempo; así que llenamos la casa de juguetes, de esos llamados "educativos", que además de hacer que nuestros niños aprovechen el tiempo los mantienen seguros en casa, lejos de los "peligros" de la calle; o bien los apuntamos a actividades extraescolares donde les dicen exactamente lo que tienen que hacer para lograr los objetivos trazados por adultos que muchas veces desconocen las auténticas necesidades de los niños. Pero lo que comprobamos una y otra vez es que no hay mayor peligro para un niño que el miedo y el control excesivo por parte de sus padres u otros adultos; eso le impide ser él mismo, descubrir sus capacidades, aprender mediante el juego libre y la relación directa con otros niños a resolver conflictos, establecer acuerdos... Así que, mientras no sepamos cómo hacer para devolver a nuestros hijos la felicidad que quizá les estamos robando, propongámonos, en la parte que nos toca a cada uno, aquello que nos cantó Joan Bautista Humet: "...quitarle centinelas al parque y a la escuela, columpios y sonrisas volarán...".








El sábado de carnaval por la mañana, en la plaza del Convent d'Alcalà de Xivert, un grupo de chavales del pueblo jugaron con los materiales y juegos que habíamos traido de Olea.

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