ESPACIOS LIBRES DE TELE: lugares saludables para nuestros hijos.

Es poco frecuente entrar en una casa y no ver una tele (ese simple y reciente electrodoméstico) ocupando un lugar preferente en la misma. Nuestra casa es uno de esos raros lugares donde nunca ha habido tele. De ello nos alegramos mucho; no sólo poque así se enriquece la vida familiar, sino especialmente por lo que beneficia a nuestros hijos.

Si intuitivamente sabíamos que la tele no es saludable para los nenes, ahora cada vez más estudios revelan los perjudiciales efectos que el aparato (incluso con independencia de los contenidos que emita) tiene sobre los más pequeños.

No necesitamos que nos lo diga un experto; es fácil darnos cuenta de la enfermiza atracción que las pantallas ejercen sobre cualquiera, especialmente sobre niños y niñas.

  • Niños con cara de bobos, hipnotizados delante de la tele.


  • Niños agresivos y violentos cuando interrumpimos el suministro de la materia adictiva.


  • Niños pasivos y aburridos, sin saber qué hacer, cuando tienen que pasar sin tele mucho tiempo.


  • etc., etc., etc.

Cada vez son más las voces de alerta. Las silenciamos seguramente porque a los adultos nos encanta la tele y además nos encanta que nos mantenga a los hijos tranquilos, sin molestarnos, cuanto más rato mejor.

Ya casi nadie discute que la telebasura (con toda su frivolidad y violencia) es perjudicial para los niños. Lo que planteamos aquí (no porque nos lo hayamos inventado, sino porque lo hemos comprobado y nos lo han confirmado diferentes lecturas) es que la televisión en sí misma, como medio emisor de cualquier contenido, supone un perjuicio para el pleno desarrollo de los niños y niñas en su etapa preoperativa, de 0 a 6 años aproximadamente. Cuando hablamos de tele nos referimos también a otro tipo de pantallas (ordenadores, DVD...) aunque emitan contenidos supuestamente diseñados para estas edades.

¿Es que estamos absolutamente en contra de estos aparatos? De ningún modo. Todos tienen su utilidad. Como adultos podemos hacer un uso responsable de ellos, y con respecto a los niños no se trata más que de conocer la edad apropiada para que les resulten lo menos perjudiciales posible. ¿No hacemos lo mismo con, p. ej., las bebidas alcohólicas? A nadie, creo, se le ocurre ya mojar el chupete del bebé en vino dulce para que se calle y nos deje tranquilos. Parece que nos preguntamos cuáles son la dosis y la edad mínimas para que el organismo no sufra mucho daño al ingerir alcohol. Pues la misma pregunta podríamos hacernos de la tele.

Cuando el productor de un programa infantil nos habla de las bondades de dicho programa para el desarrollo de no sé cuántas capacidades en el niño, deberíamos ponernos a pensar (para ello es imprescindible apagar primero la tele) qué intereses hay detrás y cuán encarnizada es la lucha por las audiencias. Lo que verdaderamente necesita un niño entre los 0 y los 6 años es experimentar por sí mismo las cosas, la realidad; y no que una cajita le diga lo que está frío o caliente, lo que es grande o pequeño, o que le muestre un cuento... Además necesita, por encima de todo, la cercanía amorosa de sus padres, que lo acompañen en su crecimiento y que le permitan expresar sus sentimientos, sean del tipo que sean.

Por muy neutro que fuera el contenido emitido por la tele, ya el simple hecho de pasar un tiempo delante de ella impide que ese tiempo el niño o la niña haga lo que realmente necesita hacer en esa etapa: tocar, saltar, chillar, correr, llorar, gustar... Ah, pero esto a los papás nos supone un problema, un trabajo extra de imaginación y de paciencia que a lo mejor no deseamos hacer. ¿Cómo permitir que nuestros hijos hagan lo que realmente necesitan hacer en casas o pisos que casi nunca preparamos para ellos?: La mesita de cristal que "se rompe", el sofá que "no se pisa", la alfombra que "se mancha", la silla que "hace ruido"... ¡Uy! Quizá si sacamos la tele de casa deberían salir tras ella algunos otros "trastos" y dejar espacio para la felicidad de nuestros hijos.

BIBLIOGRAFÍA
“Cuatro buenas razones para eliminar la televisión”. Jerry Mander.
“365 ideas para vivir sin TV”. Claudia Navarro y Manuel Núñez.
“Divertirse hasta morir”. Neil Postman (Universidad de Nueva York).
“La desaparición de la niñez”. Neil Postman.
“El niño beta” .Michael Millner (pediatra y profesor de neuropsiquiatría infantil de la Universidad de Graz, Austria).
http://www.letra.org/spip/article.php?id_article=319 (artículo de “consume hasta morir”)


Escrito por una mamá de Olea.



Entradas populares de este blog

No hi ha color

Quasi a punt...